De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios».
SABÍAS QUE…

Los israelitas que acompañaban a Moisés en el desierto, camino de la tierra prometida, no confiaban en Dios y en su providencia.
A pesar de que Dios les había librado de la esclavitud de Egipto, de que siempre les daba todo lo que necesitaban y los perdonaba una y otra vez… cuando tenían un problema, desconfiaban y se quejaban de Él.
Una de las veces que desconfiaron, Dios los castigó. Aparecieron unas serpientes venenosas. Algunos judíos murieron y otros quedaron heridos. Entonces se arrepintieron de sus quejas.
Moisés volvió a rezar a Dios pidiendo perdón.
Dios le encargó que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en alto, para que todos pudieran verla y al mirarla todos los heridos quedaran curados.
LENGUAJE SIMBÓLICO…
«Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.»
Si los judíos se curaban al mirar la serpiente de bronce, nosotros lo hacemos al mirar la cruz.
Él murió por nosotros, para salvarnos, pero solo nos curaremos si le miramos, si aprendemos de su amor y creemos en Él.
Dios no nos obliga a mirarle.
Somos libres.
Podemos escoger, podemos cerrar los ojos…
pero entonces no nos curaremos.
QUÉ ME DICE JESÚS…
Te quiero.
Pensaba en ti camino de la Cruz.
Por ti morí en la Cruz, para que tengas vida eterna.
No seas tonto…
no seas tonta…
Ten confianza, yo he vencido a la muerte.
A veces es difícil hacer las cosas bien. Parece imposible; ¿obedecer a la primera? ¿dejar de mirar cosas malas en el móvil? ¿no dar un portazo cuando estoy enfadado?…
Te olvidas que yo he dado mi Vida por ti. Yo confío en ti y estoy a tu lado para ayudarte y perdonarte las veces que haga falta. Acude al sacerdote en el confesionario.
¡Te amo con locura!
¡Nadie te ama como yo!