
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme».
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
«No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
«No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
SABÍAS QUE…
La lepra es una enfermedad contagiosa que causa heridas en la piel, mucosas y afecta al sistema nervioso.
En el antiguo testamento y en tiempos de Jesús se consideraba un castigo divino por algún pecado cometido por el enfermo.

Cuando María, la hermana de Moisés, habló mal de él por envidia, Dios la castigó. Apareció cubierta de lepra, con la piel destrozada por la enfermedad.
Moisés rezó por ella y, tras vivir algunos días fuera del campamento, Dios la curó.
Como era una enfermedad muy contagiosa, el leproso era declarado impuro por la ley y debía vivir aislado. Por eso, después de su curación, Jesús le dice que vaya a ver al sacerdote y ofrezca un sacrificio, para que todos vieran que estaba curado. Solo así podía volver con su familia.
LENGUAJE SIMBÓLICO…
«SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME»
Es una oración llena de fe y de humildad.
Le enseña sus llagas y pide su curación.
Ojalá tengamos la misma fe y la misma confianza para pedirle a Jesús que nos limpie de nuestros pecados en el sacramento de la Penitencia.
Entonces Jesús derramará su misericordia sobre nosotros.
QUÉ ME DICE JESÚS…
Te estoy esperando. No tengas vergüenza. Haz un buen examen de conciencia, hay libros que te pueden ayudar. También le puedes pedir ayuda al sacerdote.
Cuéntame todo lo que te preocupa, te duele o te avergüence y yo te curaré.
¡Te amo con locura!

Jesús es la medicina que el mundo, la Iglesia y yo necesitamos