
Después llegaron a Jericó.
Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!».
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!».
Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo».
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Animo, levántate! El te llama».
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».
El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado».
En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
SABÍAS QUE…
Cuando el ciego Bartimeo tira su capa y corre hacia Jesús, también tira con ella toda su vida pasada.
Toda una vida llena de dolor y oscuridad.
«En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino»
Jesús es la luz del mundo. Es nuestra luz y todo lo demás nos sobra.
LENGUAJE SIMBÓLICO…
Bartimeo no podía ver, sus ojos estaban ciegos.
A veces, nosotros tenemos ciegos, o un poco miopes, los ojos del alma.
Solo nos vemos a nosotros mismos, nuestros egoísmos y caprichos. Y no somos capaces de mirar a los demás, de mirar a Jesús y ver lo que quiere de mi…
El pecado nos ciega los ojos del alma y, como Bartimeo, necesitamos que Jesús nos cure.
A nosotros; en el sacramento de la penitencia.
QUÉ ME DICE JESÚS…
¡Pídeme todo lo que necesites!
Ten fe en mi y yo te sanaré cuando estés herido.
Seré tu guía cuando estés perdido.
Te daré fuerzas cuando estés cansado.
Te consolaré cuando estés triste…
Pídeme, porque si no lo haces, no podré darte lo que necesitas.
Solo puedo darte si tu quieres y tienes fe.
Mira a Bartimeo como gritaba y gritaba sin importarle nada más.
Yo siempre escucho al que pide con esta fe.
Quizás os sea útil este examen de conciencia