Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
Sabías que…
Jesús está hablando con los apóstoles durante la última cena. Sabe que le quedan pocas horas para que empiece su Pasión.
Es la última vez que cenarán tranquilos, que les podrá decir lo que lleva en el corazón.
Jesús les dice lo mucho que les ama y les dice lo más importante. Lo fundamental para que no pierdan el camino y alcancen la felicidad.
Lenguaje simbólico…
«Este es mi mandamiento: Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.»
Esto es el mandamiento nuevo de Jesús.
Amar como Jesús.
¿Y cómo nos amó Jesús?
Hasta la muerte y muerte de cruz. Hasta dar la última gota de su sangre por nuestra salvación.
¿Podemos nosotros amar así?
Si Jesús nos lo dice será que sí podemos.
¿Solos? somos muy poquita cosa. Tenemos pereza, nos enfadamos, nos cuesta compartir…
¿Con su ayuda? Hasta el cielo. Por eso se ha quedado con nosotros en la Eucaristía, y nos espera en el confesionario… Nos quiere llenar con su gracia para que seamos capaces de amar sin medida. Como Él.
Los santos nos enseñan con su vida que sí podemos, si estamos unidos siempre a Jesús.
Qué me dice Jesús…
Te quiero con locura. Siempre. A todas horas. Cada minuto.
Me gusta que me cuentes tus alegrías y tus penas cuando comulgas. Pero también me gusta que me escuches. Yo quiero hablar contigo pero me dices las cosas muy rápido y, cuando voy a hablar contigo, ya estás distraído o jugando con la persona que tienes al lado.
Intenta guardar silencio, con los ojos cerrados para no distraerte. Te ayudará estar de rodillas. Así podrás oírme hablar directamente a tu corazón y nos haremos amigos.
Te enseñaré a amar.